Cuando Lisa Kruger ganó el oro en los Juegos Paralímpicos de Río, cuatro días después de cumplir los 16 años, se encontró de repente con que hasta el primer ministro de su país hacia cola al teléfono para felicitarla.
La holandesa se había puesto por objetivo Tokio 2020, pero se impuso en la braza SB9 con un récord mundial de 1:15:47 y el éxito llegó de improviso.
Después de la carrera, le pasaron un móvil y oyó una voz que le decía: «Soy el primer ministro (Mark) Rutte». «Nunca pensé que fuese a llamarme», declaró a AD.nl «Le dije atropelladamente “hola” y “gracias”».
De Vuelta en casa, Lisa pudo comprobar que las muestras de aprecio no eran pasajeras. Primero se le otorgó la condecoración de Caballero de la Orden Orange-Nassau. Después, en su ciudad de origen, Harderwijk, rebautizaron la piscina local con su nombre.
Los triunfos deportivos tampoco fueron flor de un día. En Tokio ganó los 100 m braza SB9 y sumó tres bronces. Desde entonces, tiene la mente puesta en París 2024.
En 2006, cuando Lisa Kruger tenía seis años, la rotura accidental del brazo izquierdo dio lugar a una afección conocida como deformidad de Madelung.
Como consecuencia, ese brazo es siete centímetros más corto que el otro, con un 80% menos de fuerza en la muñeca y los dedos y menor rango de movimiento en el antebrazo. Lisa empezó a practicar la natación adaptada en 2012 e hizo su debut internacional en el Campeonato Mundial de Natación Adaptada de 2015.
Sobre su discapacidad, Lisa Kruger es muy clara: «Nunca tuve ningún problema en aceptarla, desde el principio. Si algo puedo decir es que también me ha traído cosas buenas y raramente he dedicado tiempo a lamentarme».