
Ryosuke Irie ha decidido extender su impresionante carrera con una quinta olimpiada en el horizonte. El especialista en espalda japonés pensó en retirarse después de disputar los Juegos en su país, lo mismo que después de Río en 2016, pero la pasión le puede.
Sin comprometerse explícitamente con París 2024, Ryosuke declaró: «Pensé en dejarlo después de Tokio, pero aún noto un hueco por llenar en mi interior».
Nada que ver con los tiempos de la infancia en que lo único que notaba, al pensar en el agua, eran ganas de llorar. El pequeño Ryosuke empezó a nadar siguiendo los pasos de su hermano Shimpei, pero no le gustaba nada.
Cada vez que se le escapaban las lágrimas, su madre, Kumiko, le prometía librarle de los entrenamientos si en un año seguía pensando lo mismo. Por suerte, como sabemos, el niño aguantó: «He llegado hasta aquí porque mi madre nunca se decidió a permitirme dejarlo».
En sus inicios Ryosuke practicaba el estilo libre, hasta que decidió darse la vuelta tras los comentarios de admiración que cosechaba siempre su brazada de espalda, elegante y natural.
En aquellos días el nadador entrenaba con una botella en la frente y fue capaz de desarrollar una técnica perfecta que le ha permitido hacer frente a espaldistas más fuertes físicamente.
Ryosuke Irie lleva 15 años entre los mejores de su especialidad y, después de cuatro finales de los 200 metros en cuatro olimpiadas, ha sabido motivarse para seguir cosechando victorias.