Cuando Kyle Chalmers ganó los 100 m libres en Río 2016, apenas había pasado un mes desde su decimoctavo cumpleaños y era el campeón masculino más joven desde los tiempos de su compatriota Ian Thorpe.
Esperándole en casa tenía a Cock, la cría de cocodrilo de agua dulce que puede crecer hasta los 3 metros de longitud.
A comienzos de 2020 Kyle tenía casi 500 reptiles.
Como le dijo a la prensa: «Estar en el recinto donde viven es el equivalente a irme de cañas con los amigos. Me ayuda a quitarme la piscina de la cabeza. Además, me procura la adrenalina que necesito. Me encanta cuando abro una puerta y la serpiente me quiere lanzar un mordisco o un cocodrilo se me tira al dedo y me hace un poco de sangre».
Kyle, apodado «Big Tuna», el Gran Atún, mostró ya su enorme potencial y su carácter con su primera entrenadora Carolyn Veldhuyzen, del colegio St Joseph’s de Port Lincoln, en el sur de Australia.
No solo batió pronto los récords de los nadadores de la generación de Thorpe, sino que se hizo notar cuando siguió compitiendo en la piscina con un dedo roto en un entrenamiento de fútbol australiano, contra el consejo de los doctores.
El fútbol australiano, un deporte semejante al rugby, atrae a Kyle como buen hijo que es de un antiguo jugador de los de Adelaida Crows y del Port Adelaide Power en la liga australiana, la AFL. El año pasado incluso reveló el interés de dos equipos, el Port y los Geelong Cats, por ficharle.
Kyle no ha descartado pasarse a la AFL en el futuro, pero de momento le quedan unas cuantas carreras por ganar en la piscina.