Cuando Gregorio ganó el bronce de los 10 km en aguas abiertas en Tokio 2020, en la Federación Italiana de Natación le apodaron «el hombre de los milagros».
«Súper Greg» había superado una mononucleosis que por momentos amenazó con impedir su participación.
«Fue la recompensa a dos meses de sufrimiento», declaró entonces.
«Terminé los Juegos de Tokio con dos medallas y me puedo sentir más que satisfecho».
Gregorio es un apasionado del baloncesto.
Aunque fan de los Knicks neoyorkinos, el jugador en el que se fija como deportista es Kobe Bryant, el líder de Los Angeles Lakers fallecido en un accidente de helicóptero en enero de 2020.
Como dijo el nadador al diario deportivo italiano Gazzetta dello Sport: «Su mentalidad en la cancha, lo que él llamaba “Mamba Mentality”, es lo que me ha dado fuerza mientras me recuperaba».
Nacido en la ciudad de Carpi, su familia le introdujo en la natación cuando no tenía más que tres meses de edad.
Mucho después, ya como aspirante a nadador profesional, su gran decisión fue trasladarse a Ostia, donde compartía habitación con el medallista olímpico Gabriele Detti, y empezar a entrenar con Stefano Morini.
En cuanto ganó el oro en Río 2016, empezó a pensar en las aguas abiertas.
«Nadar en el mar me gusta más que nadar en la piscina,» dijo en Olympics.com. «Las carreras son largas, como en la Fórmula 1, y la táctica cobra mucha importancia».
Desde 2020 entrena con Fabrizio Antonelli. «La decisión me hizo sentir como un joven anunciando a su familia que es el momento de marcharse de casa», dijo, «pero espero que esa responsabilidad me ayude a mejorar».