Drew Kibler es un hombre de múltiples talentos, dentro y fuera de la piscina. Ha ganado premios de fotografía y poesía, pinta, y es tan buen estudiante que le han admitido en Harvard y Stanford.
A eso hay que añadir los títulos estatales de Indiana ganados con el centro de secundaria de su ciudad, Carmel, y los del campeonato universitario de la NCAA que disputó con la Universidad de Texas.
En 2021 se convirtió en el primer nadador olímpico de Carmel, en el norte de Indianápolis, a pesar de que su participación en las pruebas clasificatorias se complicó desde el principio con el diagnóstico de una sinusitis.
«No sabíamos si iba a poder continuar» declaró su madre, Tracy, al Indianapolis Star. «Al final hasta pudo ser una ventaja, porque le quitó de encima la presión».
Drew tiene problemas de audición y aunque durante la carrera se quita el audífono, porque no puede mojarse, depende de él cuando está fuera del agua. Según la federación de natación de los Estados Unidos, no puede oír los tonos más agudos, como el silbato de salida, de manera que sube al poyete cuando lo hacen los otros participantes y a veces usa una luz estroboscópica en su plataforma para la salida.
«Siempre me he adaptado. Leo los labios, o pido ayuda a alguien», explica Drew. «La gente de mi entorno tiene mucha paciencia conmigo».
Por si la infección sinusal no fuese suficiente problema, Drew perdió la prótesis auditiva durante la clasificación olímpica. Un contratiempo que le hacía depender todavía más de compañeros y entrenador para darle ánimos. «Era cuestión de renunciar o darlo todo, y decidí seguir».